La UD se despide sin darle un triunfo a su gente en 14 jornadas y empata con el Alavés (1-1)

Marc Cardona iguala el tanto de Carlos Vicente en una tarde en la que Valles para un penalti y evita dos goles con sus palomitas

Las Palmas baja un puesto, finaliza decimosexto y deja de ganar 2 millones en el reparto televisivo de la próxima campaña

David Rodríguez

David Rodríguez

Un, dos, tres… catorce. Los U2 no actuaron en el Estadio de Gran Canaria, pero bien podrían dedicarle el inicio de su single Vértigo a la UD para definirles su tramo final de temporada. Un partido más sin conocer la victoria. Un día más en el que no hubo espectáculo en Siete Palmas y en el que la versión plana del equipo volvió a adueñarse de su espíritu y no pudo pasar el empate (1-1) contra un Alavés, que al igual que Las Palmas, no se jugaba nada en la última jornada.

Desapareció la versión comprometida del equipo amarillo que se vio contra el Betis y el Cádiz para salvar la categoría. Los pecados de la segunda vuelta se han incrustado en una plantilla que tiene la mente puesta en la próxima temporada, muchos dejando entrever que se despedirán de la Isla durante el verano al igual que lo hizo un García Pimienta que se llevó el clamor de la hinchada tanto al inicio del choque como a la conclusión del mismo.

Y eso que el técnico mantuvo su rictus hasta el último día. No regaló minutos a los que menos ha utilizado durante el campeonato como se pudo pensar durante la semana. Intentó mantener la decimoquinta plaza con un equipo reconocible y en el que las úncas sorpresas de inicio fueron Álvaro Lemos y Fabio González. 

Sin embargo, el empate logrado por Marc Cardona en el minuto 70 para igualar el tanto de Carlos Vicente en el 49’, manda un puesto más abajo a Las Palmas después del triunfo del Mallorca, y deja de cobrar dos millones de euros en el reparto económico de la próxima campaña. 45 que ingresará en la 2024-25 y con la que tiene que presentar nuevo entrenador y las piezas que le faltan fichar para equilibrar las salidas del periodo estival. 

Seguramente la más dolorosa, la previsible de un Valles que fue el mejor del encuentro un día más y el causante del empate después de tres paradones en la primera parte y un penalti atajado a Gio Simeone.

Tranquilidad y sustos

En cuanto al encuentro, tuvieron que pasar 26 minutos para que los 23.063 aficionados despertaran del letargo que les produjo el bocadillo y porción de pizza que regaló el club en la previa del encuentro. Casi media hora, prácticamente la misma que pudieron hacer en la cola para hacerse con el tentempié con el que entrar al estadio. En ese lapso de tiempo no ocurrió prácticamente nada sobre el césped en cuanto a ocasiones de gol.

Fue Moleiro con una diagonal desde la izquierda el que llevó el primer uy a Siete Palmas. Soltó un tiro desde el pico del área que no llevó la fuerza necesaria para poner en apuros a Owono. Tímido el intento, pero ya se había podido materializar el control del esférico que tanto acumula la UD en cada partido y que no sirve para ganar. Al menos en las 13 últimas jornadas.

Hasta entonces, lo más destacado para los intereses amarillos había sido la patada que Fabio le propinó a Guridi, una especie de vendetta que el de Ingenio se tomó con el jugador que le lesionó en la última jornada de la pasada temporada; y un paradón de Álvaro Valles a un cabezazo de Carlos Vicente en el minuto 12.

Este fue el primero de los tres milagros que dejó el portero de La Rinconada en la primera parte. El segundo, cuando le paró un penalti a Gio Simeone que se había inventado él mismo al sentir un ligero toque de Mármol en su bota (33’); y el tercero, al despejar un tiro a bocajarro del lateral diestro Álex Sola después de que Carlos Vicente centrara con el exterior desde la banda diestra y que a Mika no despejara con contundencia (39’).

Ante la posibilidad de ser el último partido que Valles juegue con la camiseta amarilla –rosa en su caso–, parecía que el cancerbero quería echarle una mano a Mármol y que no se ganase un día más la culpabilidad de una derrota. El tramo final de la temporada ha sido esperpéntico del central. Todo lo que prometió en el inicio de la misma ha quedado desvanecido, a la par que la imagen del plantel insular. 

Entre la sucesión de milagros de Valles, Las Palmas dispuso de la mejor ocasión de los primeros 45 minutos cuando Sandro Ramírez dispuso de una ocasión manifiesta para poner el 1-0 al quedarse sólo delante de Owono. Sin embargo, la finalización del 9 grancanario fue la de toda la temporada. Tiro al muñeco y el lamento por errar otra ocasión más en los 35 disparos entre los tres palos que completó en el curso y sólo pudiendo anotar uno, el del día del Getafe que tan lejos queda en el calendario.

Infortunio y desidia

Toda la falta de pegada que ha tenido Sandro en la temporada fue la que no le faltó al Alavés nada más regresar del descanso. Había avisado el conjunto vasco en la primera parte con las ocasiones más claras del encuentro y sólo la divinidad recuperada de Valles había evitado el primero, hasta el minuto 49.

Llegó el tortazo babazorro de una forma en la que el infortunio y la desidia se combinaron para el 1-0. Owono sacó en largo, Panichelli peinó a 40 metros del área insular y Simeone se fue a la guerra él sólo ante Álex Suárez, Lemos y Valles. Tan sólo que se trastabilló y cayó al suelo para retener la pelota y luchar con estos tres hombres. Casi tumbado vio a Carlos Vicente cómo llegaba sólo porque Mármol había desistido en su carrera y el gemelo de David, ex amarillo, remató a la portería isleña sin que Suárez tuviera la suerte de repeler el disparo.

El gol noqueó a la Unión Deportiva. Incapaz de responder incluso con el doble cambio que introdujo Pimienta en su once. Benito jugó de lateral zurdo para que Mika pasara a ser central e intentó dar mayor velocidad en ataque con Marc por un Munir más de toque que de toque de trompeta.

A pesar del intento de revolución, el que estuvo a punto de marcar fue el Alavés en otra jugada de centro y remate. Una falta lateral se paseó por todo el área insular y Rafa Marín cabeceó sólo para golpear al poste la pelota.

Cóctel fructífero

Aun así, cuando menos parecía merecer el gol Las Palmas, fue cuando llegó el empate amarillo. Y de la manera en la que Pimienta salió reforzado por su apuesta en los cambios. Benito recogió un balón en la banda, centró a un Mika que intentaba resarcirse en ataque de sus lamentos defensivos y que sin querer arrastró a una línea defensiva hasta la línea de cal para que Marc apareciera sólo y rematara a placer el 1-1.

Se estableció la igualada en el marcador y todavía quedaban 20 minutos por delante para que los dos equipos pudieran demostrar si querían llevarse el premio de una última jornada en la que no había nada en juego más allá que el respeto propio.

Pero fuera por falta de piernas después de toda la temporada batallando, o por la falta de ambición de un objetivo plausible, no se palpó que los jugadores quisieran echar el resto por el triunfo. Ni tan siquiera de los Cristian Herrera y Eric Curbelo que tuvieron 10 minutos para poder despedirse de la grada en su último partido.

Salvo un par de intentos lejanos y de disparos en los que los jóvenes Omorodion y Moleiro ya se quitaron el balón de encima tras unas conducciones propias de su juventud, poco más ofreció un encuentro que echa el cierre a la persiana a la temporada y en la que al igual que el año pasado, la hinchada amarilla vivió una fiesta un tanto singular por vivir una campaña más en Primera y reconoció tanto a la plantilla como al entrenador el trabajo de todo el curso.